Una cancha junto al Río

Por Carlos Aira *

Sportivo Palermo, aquel equipo que había comprado escandalosamente la plaza del Eureka, pronto se hizo de un nombre importante. En 1922 logró el subcampeonato de la AAF detrás de Huracán. En aquellos días, la camiseta azul del club palermitano fue vestida por tres figuras que hicieron historia: Ludovico Bidoglio, Juan Evaristo y Adolfo Zumelzú


La cancha se ubicaba en Fitz Roy y El Salvador. Desmembrado como gajos de una mandarina, aquel Palermo del otro lado del Maldonado tiene hoy el luminoso nombre de Palermo Hollywood. Paradójico. Aquel arrabal, a comienzos del siglo XX, fue bautizado con el poco glamoroso y proletario nombre de Ciudad de los Obreros, que luego trocó por el de Villa Alvear.

Como sucedía habitualmente, los clubes no podían pagar el alquiler de aquellos terrenos. Sportivo Palermo no fue la excepción, y debió buscar una casa nueva.

A comienzos de 1922 los dirigentes del club consiguieron un terreno propiedad del Ferrocarril Central Argentino (FCCA). Ese pedazo de tierra estaba ubicado en un lugar inhóspito de la ciudad: el cruce de la avenida Canning con las vías del ferrocarril, junto al circuito KDT y el Río de la Plata. Como escribió Jorge Luis Borges de su Palermo, la canchita se iba a construir sobre unos vagos terrenos anegadizos a espalda de la patria.

Las obras, que se realizaron pausadamente debido a la escasez de fondos del club, finalizaron en mayo de 1924.

El domingo 8 de junio de 1924 el estadio Olímpico de Colombres aplaudió de pié la hazaña charrúa. Muy lejos de París, en un potrero fangoso a orillas del río más ancho del mundo, se inauguró la cancha del Sportivo. Era complicado llegar hasta aquel field. Los hinchas podían tomar el tren a Retiro y debían pedirle al guarda o al jefe de estación que parase la formación en el empalme que se formaba en el kilómetro tres, nudo ferroviario de las formaciones que iban hacia el norte y al oeste. Ir en automóvil los días de lluvia era imposible, porque la zona se empantanaba con suma facilidad. Los hinchas preferían tomarse un tranvía hasta Las Heras y Canning e ir caminando por la última avenida.


Historia singular la de ésta arteria porteña. Su primer nombre fue El Camino del Ministro Inglés ya que allí vivía Henry Southern, embajador de su Graciosa Majestad. Por decreto de 1893 cambió su nombre por Canning , en ofrenda al secretario de Relaciones Exteriores inglés que en 1823 declaró: “La cosa está hecha; el clavo está puesto. Iberoamérica es libre; y si sabemos dirigir el negocio, es inglesa”. Por otro decreto, pero de 1974, se la rebautizó Raúl Scalabrini Ortiz , homenajeando al pensador nacional. Durante la última dictadura se rebautizó Canning. Finalmente, desde 1985 y para siempre, se le devolvió el nombre del autor de “Política británica en el Río de la Plata”. Nunca una calle desnudó tan claramente el coloniaje intelectual de un país.

La canchita del Sportivo Palermo era humilde. Tenía una linda tribuna oficial y otra gradería más, ambas ubicadas en un lateral con vista privilegiada al campo de juego y a ese río del cual no se divisa la orilla de enfrente. El resto del público se amuchaba junto a una débil baranda pintada de blanco que circundaba, bajita, el terreno de juego. Aquella tarde de estreno, una multitud fervorosa soportó la derrota del Sportivo. Vélez Sarsfield ganó 2 a 0.

Todo fue fiesta, pero doce días después, el 20 de junio, la cancha perdió la virginidad a puro escándalo.



Los antecesores de la Guardia Imperial
Aquel viernes 20 de junio no se esperaba mucho público por Palermo. Partido por la Copa Competencia entre Sportivo Palermo y Racing Club. Cuando nadie lo esperaba, el estadio se estrenó formalmente en escándalos. Un cóctel hecho a base de un pésimo árbitro, una hinchada violenta y unos jugadores mal acostumbrados a las victorias motivó que Critica publicara la siguiente crónica de los hechos:

“La mala actuación del árbitro, junto a la guaranguería crónica de los fanáticos que todo lo viven según su fanatismo y que ante la imposibilidad de ganar un partido por las buenas no trepidan en recurrir a medios ilícitos, fue motivo de la formidable gresca...”

“El árbitro demostró incapacidad técnica. Desconocedor pleno de las reglas de juego, fue un fantoche que jugó con la voluntad de los espectadores, que reclamaban infracciones que este pseudo arbitro sancionaba de inmediato”

“Apenas comenzado el partido, Perinetti se tiró en el área. La barra de Racing pidió penal que el árbitro no dudo en cobrar. Ochoa lo desvió por encima del travesaño”.

“Los jugadores de Racing, que pensaban que el partido era un trámite, comenzaron a insultar a sus rivales. Seregni avanzó y fue despojado de la pelota por dos backs locales. Perinetti, que se venía distinguiendo por su violencia y lenguaje soez, ofuscado por completo, se dirigió donde estaba el zaguero Fabiano, y por la espalda le dio un golpe que lo desmayó”.

“Todos se fueron a las manos. El público de Racing saltó al field y golpeó a los jugadores de Sportivo Palermo. El escuadrón de seguridad desenfundó los sables y cargó contra todos los hinchas. En la tribuna oficial el espectáculo era el mismo, con dirigentes y distinguidos socios dándose de golpes”.

* Periodista. Conductor de La Señal Fùtbol (TV), de Desde el Barrio (Radio Gràfica) y realizador de Xenen.